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Ser coach, ser padre y sacar lo mejor de cada semilla

El objetivo de un coach es motivar a cada persona y sacar lo mejor de ella. Sin ideas preconcebidas.

Imaginamos por un momento que tuviéramos en nuestras manos semillas distintas y que no supiéramos de que planta o árbol fueran.

Antes de decidir cómo, cuándo y en qué tipo de terreno (ambiente) sembrarlas deberíamos de averiguar algo más acerca de ellas. Podríamos descubrir qué semilla tenemos en la mano antes de sembrarla o solo una vez que empiece a germinar.

Lo ideal sería lo primero para evitar el método de prueba y error y trasplantes innecesarios; en todo caso aunque descubriéramos el origen de la semilla sólo por cómo empiece a brotar, es nuestra responsabilidad cuidar al máximo su desarrollo para que pueda alcanzar plenamente su potencial.

Por esta razón la capacidad de escucha y de observación activa es fundamental en un coach al igual que es importante su experiencia.

Un padre es como un coach, debería de entender que no todos los hijos son iguales y que cada uno tiene su don y un camino en el cual desempeñarse al máximo con satisfacción. Por esto es importante dejar que cada hijo toque distintos palos, de manera que poder averiguar juntos cual es el que reconoce como suyo y ayudarlo en ello.

Ser coach y ser padre es ser capaz de reconocer la maravilla de la diversidad entre las personas y hacer de cada ser lo mejor de sí, ayudándole a encontrar el camino suyo particular para alcanzarlo. Ser coach y ser padre es disfrutar de serlo.